A través de la liturgia, la fraternidad, claves, talleres, encuentros y diálogos abiertos vivimos la preciosa experiencia de dar a otros lo que a su vez nosotras hemos recibido.
Abrir espacios para la escucha del Dios amor que se comunica con su criatura, permite que poco a poco y con nuestra pobreza, vayamos avanzando en el conocimiento y entrega al Señor de nuestras vidas.
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