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27 de diciembre de 2016

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19 de diciembre de 2016

Navidad

CARTA DE COMUNIÓN
NAVIDAD 2016
“Esto os servirá de señal:
encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre." Lc 2, 12


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Una cadena interminable.
Asistimos a una sucesión interminable de conflictos de los cuales además estamos bien informados. Los conflictos del yo, del yo-tú, del nosotros, de ellos… personales y sociales, políticos y económicos, planetarios o interplanetarios, micros y macro-conflictos… ¡Somos tan torpes en las relaciones humanas!
¿Cómo poner fin al círculo cerrado del odio? ¿Cómo recoser los vínculos rotos? ¿Cómo recoser el velo rasgado, la vida hecha girones, el roto inmenso que sella a toda criatura? ¿Cómo recrear el mundo? ¿Contra qué romper la ola de violencia? La Natividad del Señor nos hace poner los ojos en los comienzos de la vida, cuando se empieza a tejer el ser humano que seremos.

Nacemos desnudos y vulnerables. Venimos a este mundo prematuramente y durante mucho tiempo somos seres prematuros que necesitan de los demás para vivir lo que nos hace precarios y vulnerables, podemos ser heridos con tanta facilidad que desarrollamos paulatinamente defensas o confianzas básicas: el estado de sospecha y miedo ante el peligro o el estado de abandono y confianza porque nuestra vida no corre peligro. Nuestra vulnerabilidad de origen, el estar expuesto a lo que puedan hacer con nosotros, la prematuridad que no nos permite responder a la vida con nuestros propios recursos porque tardamos en adquirirlos… nos hacen seres necesitados de cuidados. Necesitamos ser acogidos, cuidados, llevados, acompañados.

La ternura inicial. Tiene muchas probabilidades de no fracasar la vida si alguien la recoge y la abraza, la mira y cuida, la sostiene y corrige, la salva del peligro y la acompaña. Anidamos en este mundo al fin gracias a las vinculaciones que tenemos, esa urdimbre constitutiva que forma la “cuna del ser” y que se inicia con el contacto materno, a través del tacto y la ternura, del abrazo, la mirada, la caricia.
La madre inicia esta urdimbre primigenia. Que no estemos dominados por el odio, la envidia, la agresividad, dependerá en gran medida de los cuidados recibidos en la infancia, de haber sido abrazada con ternura nuestra misma ternidad, ese “no estar hecho aún”, la blandura aún tierna de lo que nace, como un pan aún no cocido. Esa ternidad que necesita cuidados intensivos, tiene su icono en la ternura de la maternidad, de por sí, cuidadora, que abraza al hijo, lo acuna preservándolo de la intemperie, del hambre, de la suciedad, de la crueldad del otro… Esos cuidados primeros afianzan un vínculo, el primero y más eterno de los lazos. En un primer momento, se concreta en la acogida (el abrazo), el cuidado (el acicalamiento), la manutención (lactancia)… y, más tarde, poco más tarde, en llevar de la mano, enseñar a caminar por esta vida, dar lecciones de vida, reprender en casos concretos, corregir… También de estos momentos extraemos comportamientos futuros.

La señal de la paz y la reconciliación. Conocíamos la ternura de Dios, sus entrañas de madre, la ternura para sus hijos, nos guio como un padre guía a su hijo mientras dura su camino. Dios es un Dios de ternura, que se deja conocer como Dios madre, padre, esposo. Lo asombroso es que ese mismo Dios de ternura se ha hecho ternidad, debilidad amable, fragilidad, precariedad oceánica. ¿Por qué? Podemos preguntarnos. Porque su obstinado y constante amor busca la reconciliación con el hombre, el perdón que acorte la distancia, la paz que selle el encuentro definitivo.

¿Reconciliarnos? Sí, a través de una Madre, de un Hijo, de la ternura. Esta será la señal: una madre que ha recogido al hijo y lo ha recubierto, lo ha vestido, lo ha abrigado. Un hijo, envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. El Dios encarnado ha acogido la caricia de una madre, el abrazo del padre, el calor de unos animales, el cobijo de un establo.

El Dios de la ternura se ha puesto en manos de un mortal, en los brazos de una madre. Un niño con la mirada de un infinito descanso posada sobre sobre una mujer. El descanso de Dios al fin en un mortal, en un sí humano, carnal, el de una madre. ¡Oh, precioso trasvase del Mar de Dios en el mar humano! Las entrañas de Yahveh en las entrañas de María. La mano poderosa y tierna de Yahveh en la fina mano de la doncella que mesa el ralo cabello del recién nacido. Una caricia tierna como cuando Yahveh se hacía presente en la brisa… Dios y Mujer a una, ante el Hijo siempre Amado, en el cielo y en la tierra, por el Padre y por la Madre, Padres al fin de ternura inmensa, eterna e infinita.

Sí, esta será la señal: El Dios de la ternura gozando de la ternura de un mortal. Dios en una madre, Dios en el hijo siempre amado. Dios presente en la ternura.

Esta será la señal: Solo las entrañas de misericordia, compasión y ternura de Dios pudieron idear la Encarnación. Solo el amor infinito de Dios pudo crear un seno como el suyo donde albergar al Hijo. Solo un amor vasto y verdadero no desdeña hacerse mínimo con tal de encontrar al que se perdió, hacerse pequeño con el pequeño, hacerse hombre con el hombre para que este conociera la ternura del amor de Dios que sobrepasa todo conocimiento, todo lo que podamos nosotros pensar e idear.

Humilde para restaurar el vínculo.

No hay ternura sin humildad. Al deseo del hombre de ser como Dios se opone el sí marial y su palabra mediadora de la reconciliación entre dios y el hombre: Heme aquí, yo soy tu esclava, tu sierva. Si la ruptura primigenia tuvo como causa una rebelión la reconciliación definitiva vendría de la mano de una sierva que libremente decide ponerse al servicio de Dios. Y el Dios que era para el hombre la aspiración máxima hasta querer para si esa categoría y tributo divino se hace a su vez siervo del hombre, nacido de una mujer, necesitado de la ternura humana porque él mismo ha cambiado el poder y la gloria por la condición de ternidad de un recién nacido. Y, es entonces cuando desde el cielo los ángeles pregonan la paz, barrunto de la paz reconquistada no por la fuerza de las armas y el orgullo y la soberbia de los hombres sino por la humildad de Dios y la humildad de la mujer.

La reconciliación de Dios con el hombre ha elegido la vía: la pérdida de todos los derechos por parte de dios, hasta el abajamiento sumo, haciéndose criatura necesitada de cuidados, precaria y vulnerable; la asunción del deber fundamental de la criatura, no pretender ser lo que no es y asumir lo que es de cara a Dios mismo, para servirle y adorarle poniéndose a sus pies, cuidándolo como a un hijo.

La ternura ya tiene una cualidad esencial que será hacerse débil con el débil, pequeño con el pequeño, abrazar la ternidad del otro y querer voluntaria y libremente servirle. La ternura ha retejido el vínculo roto porque la afectuosa humildad que de ella brota no desdeña dar el paso hacia el necesitado o hacia el distante o hacia el separado. Debía sr así la señal habría de ser esa: una madre acogiendo al hijo y abrigándolo con pañales… era el modo de desarmar toda rebelión contra Dios que yace en un pesebre, contra el hombre que tiene el privilegio de tenerle en su regazo.

Habrá que contemplar repetidamente esta escena para entrar en ella, creer en ella y hacer de ella el icono de la vida: empezar a vivir la humilde ternidad y dejarse cuidar, acoger, guiar… y vivir la humilde ternura que pueda dar al otro la confianza básica y restañadora de toda herida violenta. Sin otra pretensión que vivir reconciliados con Dios y con los otros, con el mundo y con todo lo existente.

El Nacimiento de Jesús es un misterio de ternura recreadora. Empecemos por la ternura para llegar a la reconciliación. Como pensó Dios desde el inicio, como pensó la Trinidad que debía comenzar la redención del hombre.

Dejemos espacio para que el Dios de la ternura infinita nazca en nuestros hogares, en nuestras comunidades, en nuestros pueblos y ciudades para que una nueva manera de relacionarnos entre nosotros haga caer los grilletes de nuestras amenazas y de nuestras discordias, de nuestros odios y divisiones. ¿Qué ternura salvará al mundo? La del Dios hecho Niño, la de la Madre que lo acuna.


Feliz Pascua de la Natividad del Señor de la Ternura.

M. Prado

Monasterio de la Conversión
Sotillo de la Adrada
Ávila

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(Ampliar imagen....[Iglesia de la Reconciliación] 









nº CC (IBAN): ES 55 0081 0663 4200 0124 4633

BIC: BSABESBB
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7 de diciembre de 2016

Toma de hábito - Perú

El pasado mes de octubre, tomaron hábito nuestras dos hermanas, Claudia y Masiel,  en el Monasterio de la Encarnación de Lima, Perú.
Contamos con la presencia de numerosos miembros de la Orden y de nuestras familias.

24 de octubre de 2016

Video - Hna Kaory

Nuestra hermana Kaory del Monasterio de la Encarnación, Lima (perú)
Nos cuenta su testimonio tras su reciente consagración

Toma de hábito

El pasado 15 de octubre, día de Santa Teresa de Ávila, las hermanas:
Charo, Karol, Noemi y María, entraron a formar parte de la Orden de San Agustín en la que han postulado durante 2 años.
¡Alegraos con nosotras!






14 de octubre de 2016

Oración en Madrid

Comenzamos un año más, las habituales oraciones mensuales en la parroquia Buen Suceso.
 La primera tendrá lugar el próximo jueves 20 de octubre.
Os esperamos con el deseo de vivir juntos la búsqueda del Señor, de su Rostro.

Parroquia Buen Suceso - Madrid
C/Princesa, 43
20 de octubre 2016 - 20:30 h.

6 de octubre de 2016

Jóvenes de Valdeluz

Durante estas semanas estamos teniendo diferentes encuentros con los jóvenes del colegio agustino Valdeluz de Madrid.
Una experiencia de oración, testimonios, talleres...para propiciar en una intensa jornada, una experiencia de Dios. Un contacto con otra realidad que existe y tantas veces ignoran. Pueden conocer a travez de este encuentro la Vida Religiosa Contemplativa que quizá puede dar respuesta a muchas preguntas de los jóvenes de hoy sobre la búsqueda de sentido en la vida.



Entrada de Mª Carmen y Ana

Las hermanas Mª Carmen y Ana, de Alcoy, han entrado en el Monasterio de la Conversión en Sotillo de la Adrada tras una pequeña experiencia. Ahora comienzan la postulación a la O.S.A.

Laboratorio de la FE

 El P. Iván .....................[+]

Encuentro con una comunidad neocatecumenal

Un día de encuentro con una Comunidad Neocatecumenal de Madrid.
Durante la mañana, la priora M.Prado les dirige unas palabras. Encuentro de ambas comunidades en la tarde y el broche de la eucaristía al final de la jornada.
Toda una convivencia de gracia. Entre los hermanos de la comunidad, se encontraban algunos de los que han conocido muy de cerca los inicios del Camino, y a sus iniciadores.

Profesión Simple de la Hna. Ana María

Con gozo celebramos la Profesión Simple de nuestra hermana Ana María, presidida por el P. Rafael del Valle, agustino, que habiendo estado muchos años destinado en Panamá, conocía a nuestra hermana. Fue un día de inmensa alegría por este "sí" recién brotado. Damos gracias al Señor por ello.

4 de octubre de 2016

Verano

Jóvenes, adultos, niños, familias... han dejado a lo largo del verano su rayo de luz en el Monasterio. La búsqueda de Dios se hace concreta en tantos que, poniéndose en camino, se acercan a nuestra casa pidiendo una palabra del Señor y un espacio propicio para  el encuentro, la fraternidad, el diálogo...

Recolección de higos de la finca,...los frutos que regala la tierra

Distintas visitas de amigos que vienen a convivir, descansar...estudiar, pensar....orar...

Grupo de Scouts 

Triduo Agustiniano

La Comunidad de la Conversión, laicos y hermanas, junto a muchos otros familiares y amigos vivimos el Triduo Agustiniano.
Estas fiestas comienza con la memoria de los santos Liberto, Bonifacio y compañeros, jóvenes mártires de nuestra Orden y concluye con la Gran Solemnidad de Nuestro P. San Agustín, pasando por la fiesta de Mónica, la Madre. Días de comunión, fraternidad y fiesta. 
Marcha por la Paz

Día de Santa Mónica - Eucaristía



Oración en la tarde, por todas las madres


28 de agosto día de Ntro. P. San Agustín, Eucaristía Solemne

Velada de San Agustín


Testimonio de una familia en misión, perteneciente al Camino Neocatecumenal


16 de agosto de 2016

Junio y Julio, 2016

El tiempo estival abre también, en nuestra Comunidad, un espacio para la comunión y la conversión. Si durante el resto del año son grupos, fundamentalmente, los que acuden al Monasterio a vivir encuentros organizados por las hermanas, ahora no dejan de pasar personas que buscan un espacio donde poder encontrarse con Dios.
Junto a la acogida que hacemos en el Monasterio, el albergue de Santa María, en Carrión de los Condes, se convierte en un lugar privilegiado donde los peregrinos buscan un descanso no sólo del cuerpo. El encuentro con las hermanas hace que esta experiencia de peregrinación encuentre al Señor Jesús Resucitado en medio de sus vidas e historias. ¡Cuántas os podríamos contar! Dios está vivo, actúa... Nosotras somos testigos de ello.

Ensanchando la tienda
El Monasterio sigue en construcción. Durante estos meses hemos seguido mejorando el espacio. Un campo de trabajo con jóvenes de diversos lugares junto con la ayuda de las hermanas, va haciendo posible esta mejora que con tanta ilusión realizamos.
La priora junto a una hermana trabajando en los muros



Junto al campo de trabajo, varios han sido los campamentos que hemos tenido en nuestra casa. Jóvenes y niños de Sevilla, Alcalá de Henares, Madrid, Talavera de la Reina y más lugares, han compartido, al amparo de nuestra comunidad, unos días de formación, convivencia, experiencia de fe, ocio... que nos ha hecho estar empeñadas en un trabajo de acompañamiento precioso.



La Comunidad sigue creciendo gracias a Dios y la necesidad de tener una Iglesia donde poder rezar se hace urgente. Hasta que esto pueda ser posible, hemos creado un oratorio dentro de la Comunidad para poder ampliar los espacios de encuentro con el que nos da la vida abundante que deseamos. Las postulantes junto con las hermanas han ido a lo largo del verano barnizando y preparando este lugar.
Postulantes puliendo los bancos

Todo ha sido preparado, desde nuestra pobreza, con mucho cariño. Las hermanas preparan también sencillas jarapas artesanas para el suelo de este oratorio.
Sencillas jarapas para la Capilla
Inauguración de la nueva Capilla
Tras la preparación, inauguramos con inmensa ilusión nuestra capilla. Los sacerdotes D. Cecilio, D. Victoriano y D. Hervé acompañaron este momento comunitario. Un precioso icono copto de María Magdalena preside nuestro oratorio. La simplicidad y el detalle, la austeridad y la belleza han forjado un espacio de Encuentro con Él.
Los sacerdotes D. Cecilio, D. Victoriano y D. Hervé en la inauguración